Jean-Luc Godard, Pensar entre imágenes:
“Qué es un raccord sino el paso de un plano a otro? Ese paso puede
hacerse sin dolor (y es el raccord
que ha establecido en cuarenta años el cine americano y sus montadores que, de
películas policíacas a comedias, y de comedias a westerns, han fijado y
refinado el principio del raccord preciso
sobre el mismo gesto, la misma posición, para no romper la unidad melódica de
la escena); en resumen, un raccord puramente
manual, un procedimiento de escritura. Pero se puede igualmente pasar de un
plano a otro no por una razón de escritura, sino por una razón dramática; y
está el raccord de Eisenstein
que opone una forma a la otra y las une indisolublemente por la misma
operación. El paso del plano general al primer plano se convierte entonces en
el paso del modo mayor al modo menor en música, o vicerversa. En resumen, el raccord es una especie de rima y no hay razón para
declarar la batalla de Hernani por saltarse unos pasos. Basta con saber cuándo,
dónde, por qué y cómo.”
“El cine no es una imagen después de otra, sino que
es una imagen más otra que forma una tercera, y esa tercera, la forma el
espectador”
(el poder de montaje, según JLG: permitir que el
espectador cree imágenes interiores, poéticas, no materiales, invisibles por
asociación con las visibles).
Es el verdadero salto de raccord que busca Godard desde 1959: la posibilidad de
dirigir cada imagen hacia otra sin que haya más sutura que algo invisible, experimentado
y pensado.
JLG, 1981: “Lo que siempre me ha molestado de la
literatura es tener que escribir una frase después de otra... Bueno, la primera
frase puedo escribirla, pero siempre me pregunto: “¿Qué voy a poner después” Y
no lo sé... El cine plantea la misma cuestión y puede resolverla, como la
música o la pintura, porque hay una especie de bloque que hace que tu marcha no
la pare esta pregunta un poco estúpida, pero compleja: la pregunta de Porthos
cuando de repente se dice: “¿Cómo ponemos un pie delante de otro?” y deja de
andar”.
Gonzalo de Lucas sobre Godard:
"Después de un desencuentro sentimental, nos alejamos entre lágrimas:
esos segundos durante los que no sabemos si darnos la vuelta hacia ella o
alejarnos en la otra dirección, separarnos o reconciliarnos, son el equivalente
del verdadero corte de plano en el cine. Quiero decir que sentimos que nuestra
libertad se transforma en destino, que son instantes fuertes, de duda, donde la
emoción se agolpa sobre el pensamiento y quizás nos paralice. El cine, según
JLG, vive en esos instantes. ¿Qué hacen casi todas las películas? Lo resuelven,
lo desenlazan: muestran el beso o la separación. Godard hace cine en la duda,
en el corte, en el pensamiento de la emoción.
"Es extraño arriesgar todo a pensar desde ahí, detenido y empujado a la
acción: fue lo que se interpretó como la improvisación del primer Godard. Se
piensa, se ve, se tiene una imagen, pero una imagen en cine no basta, necesita
otras que la encuentren, la conmuevan. Y la obra de Godard es la investigación
de ese deseo: el cine no piensa en imágenes, el cine piensa entre imágenes,
piensa si debe darse la vuelta.
"Casi todo el cine se hace para mantener las formas: no haré el
ridículo, no lloraré, no me daré la vuelta, no me expondré. Imágenes altas,
enormes, espectaculares, que guardan la pose, "eso es cine". ¿Y qué
es el cine? En su casa, Godard empezó a hacer películas en un fregadero;
aprendió a filmar mal, planos secos, desechos, granulosos, tentativas de planos
en vídeo, planos que buscaban otros. Si entre esos planos ya no hay continuidad
narrativa ni mantienen un estilo legitimado artísticamente, ¿cómo se sostienen?
Por lo único que les queda: su pensamiento fuerte. No son la destrucción de una
forma, son su cambio. Esa es la gran cuestión godardiana: para cambiar una
forma en cine hay que cambiar de ritmo. El cine no es estar aquí para estar
allá, sino notar que te desplazas y te transformas al ir hacia allí."
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