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domingo, 9 de diciembre de 2012

Pensar entre imágenes (a lo Godard)


Jean-Luc Godard, Pensar entre imágenes:

“Qué es un raccord sino el paso de un plano a otro? Ese paso puede hacerse sin dolor (y es el raccord que ha establecido en cuarenta años el cine americano y sus montadores que, de películas policíacas a comedias, y de comedias a westerns, han fijado y refinado el principio del raccord preciso sobre el mismo gesto, la misma posición, para no romper la unidad melódica de la escena); en resumen, un raccord puramente manual, un procedimiento de escritura. Pero se puede igualmente pasar de un plano a otro no por una razón de escritura, sino por una razón dramática; y está el raccord de Eisenstein que opone una forma a la otra y las une indisolublemente por la misma operación. El paso del plano general al primer plano se convierte entonces en el paso del modo mayor al modo menor en música, o vicerversa. En resumen, el raccord es una especie de rima y no hay razón para declarar la batalla de Hernani por saltarse unos pasos. Basta con saber cuándo, dónde, por qué y cómo.”

“El cine no es una imagen después de otra, sino que es una imagen más otra que forma una tercera, y esa tercera, la forma el espectador”

(el poder de montaje, según JLG: permitir que el espectador cree imágenes interiores, poéticas, no materiales, invisibles por asociación con las visibles).

Es el verdadero salto de raccord que busca Godard desde 1959: la posibilidad de dirigir cada imagen hacia otra sin que haya más sutura que algo invisible, experimentado y pensado.

JLG, 1981: “Lo que siempre me ha molestado de la literatura es tener que escribir una frase después de otra... Bueno, la primera frase puedo escribirla, pero siempre me pregunto: “¿Qué voy a poner después” Y no lo sé... El cine plantea la misma cuestión y puede resolverla, como la música o la pintura, porque hay una especie de bloque que hace que tu marcha no la pare esta pregunta un poco estúpida, pero compleja: la pregunta de Porthos cuando de repente se dice: “¿Cómo ponemos un pie delante de otro?” y deja de andar”.


Gonzalo de Lucas sobre Godard:

"Después de un desencuentro sentimental, nos alejamos entre lágrimas: esos segundos durante los que no sabemos si darnos la vuelta hacia ella o alejarnos en la otra dirección, separarnos o reconciliarnos, son el equivalente del verdadero corte de plano en el cine. Quiero decir que sentimos que nuestra libertad se transforma en destino, que son instantes fuertes, de duda, donde la emoción se agolpa sobre el pensamiento y quizás nos paralice. El cine, según JLG, vive en esos instantes. ¿Qué hacen casi todas las películas? Lo resuelven, lo desenlazan: muestran el beso o la separación. Godard hace cine en la duda, en el corte, en el pensamiento de la emoción.

"Es extraño arriesgar todo a pensar desde ahí, detenido y empujado a la acción: fue lo que se interpretó como la improvisación del primer Godard. Se piensa, se ve, se tiene una imagen, pero una imagen en cine no basta, necesita otras que la encuentren, la conmuevan. Y la obra de Godard es la investigación de ese deseo: el cine no piensa en imágenes, el cine piensa entre imágenes, piensa si debe darse la vuelta.

"Casi todo el cine se hace para mantener las formas: no haré el ridículo, no lloraré, no me daré la vuelta, no me expondré. Imágenes altas, enormes, espectaculares, que guardan la pose, "eso es cine". ¿Y qué es el cine? En su casa, Godard empezó a hacer películas en un fregadero; aprendió a filmar mal, planos secos, desechos, granulosos, tentativas de planos en vídeo, planos que buscaban otros. Si entre esos planos ya no hay continuidad narrativa ni mantienen un estilo legitimado artísticamente, ¿cómo se sostienen? Por lo único que les queda: su pensamiento fuerte. No son la destrucción de una forma, son su cambio. Esa es la gran cuestión godardiana: para cambiar una forma en cine hay que cambiar de ritmo. El cine no es estar aquí para estar allá, sino notar que te desplazas y te transformas al ir hacia allí." 


lunes, 12 de noviembre de 2012

Renoir, el cine y la vida

"Lo importante es no creer que lo captamos todo de entrada. No sabemos nada. Hay que descubrirlo todo. Cada secuencia es una exploración (...) Es la regla número uno de cualquier arte: hay que permitir que el entorno nos conquiste. Y después quizá lo conquistemos nosotros. Hay que ser pasivo antes de ser activo. Una película tiene que terminarla el público. Por eso la precisión absoluta siempre es peligrosa. Por otro lado, la imprecisión voluntaria también es peligrosa. Uno de los elementos del éxito es tener mucho que decir. Entonces, lo decimos, pero no lo decimos todo. Algunas cosas no llegamos a decirlas, o las olvidamos. O no encontramos los términos, o los movimientos de cámara, o la iluminación, o la interpretación adecuada... Entonces el público lo suple. Lo interesante es que cada espectador lo hace a su manera. En realidad, una película es tantas películas como espectadores haya. Si una buena película tiene mil espectadores, tenemos mil películas. Si no es buena, es precisa, y es la misma para todo el mundo. (...) El gran error de la industria del cine actual es la persecución de la perfección. A menudo se dice: los productores son innobles, desagradables, sólo piensan en dinero, en lo que es comercial... No es verdad. Yo digo que son los más desinteresados del mundo. Aman el cine con sinceridad. Lo que yo les reprocho es querer hacer películas buenas. Para mí, es ridículo, no se trata de hacer buenas películas... se trata de transmitir un poco de humanidad, de lo que creemos haber descubierto del espíritu humano o de una situación con personajes. Se trata del conocimiento del ser humano. La perfección técnica que pretenden los productores, con la intención sincera de producir una obra de arte, creo que es un inmenso error. Este producto perfecto al que no podemos añadir nada, termina aburriendo al espectador porque le damos demasiada perfección. Uno de los inconvenientes de nuestra época es la soledad. Y la gente desea la soledad, creen que está bien la soledad... Uno se compra una casa en el campo y le parece maravillosa porque no hay nada alrededor Ni un gato, solo campos. No se dan cuenta de que en la vida lo interesante son los humanos. Encontrarse a un árbol no es interesante. El árbol puede ser magnífico, pero solo en relación con un ser humano. A mí, un árbol por sí solo no me dice nada. Me apasiona cuando lo relaciono con la gente que lo plantó, con la civilización de alrededor, con la gente de mi país, con mis evoluciones interiores o con recuerdos que me trae, pero por sí mismo no me interesa. Una de las formas de luchar contra el aburrimiento moderno es el arte, el arte es como un pequeño puente. El cineasta que tiene un poco de talento consigue trazar un puente entre la pantalla y el público. Así crean la película conjuntamente. Algunos de mis colegas y yo tenemos la preocupación de que las cosas no parezcan separadas. Los hombres, los animales, los árboles, los estanques... El mundo es completo y cada elemento de este mundo condiciona a los demás."